Iztapalapa, 28 de julio.- “Medidas obligatorias, como el uso de los equipos de protección personales (EPP); realizar rutinas de limpieza y desinfección de los espacios; mantener una distancia interpersonal; procurar una ventilación adecuada, flujos y escalonamientos de entrada y salida, e instalar filtros sanitarios, son actividades preventivas que se deben implementar de manera obligatoria, en los centros de trabajo en la nueva normalidad”.
Así lo señaló la profesora de la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Nacional Autónoma de la México (UNAM), la Doctora Angélica Riveros Rosas, durante la charla virtual En Conexión, con el tema: “Calidad de vida laboral hacia la nueva normalidad”, realizada de manera virtual por el Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM).
Durante la presentación de la cuarta transmisión de la tercera temporada, la presidenta de la Comisión Permanente de Igualdad de Género y Derechos Humanos del propio Instituto, la Consejera Electoral Carolina del Ángel Cruz, informó que En Conexión es un programa impartido por personas profesionales de la salud dirigido al personal del IECM y a la ciudadanía en general, con la finalidad de ofrecer herramientas para el trabajo en casa, en el marco de la nueva normalidad a causa de la emergencia sanitaria.
En su presentación, la Dra. en Psicología de la UNAM mencionó que cuando nos referimos a la calidad de vida laboral, se engloban diversas áreas relacionadas con el bienestar, donde se incluyen tanto aspectos objetivos como subjetivos, específicamente de las personas trabajadoras, en los que se busca su seguridad, su satisfacción y compromiso laboral; es decir, se refieren a diferentes ámbitos de sus tareas, el ambiente físico, los sentimientos y el trabajo en sí.
Indicó que, ante la nueva normalidad, se presentan diversos elementos que afectan la calidad de vida en el trabajo, tales como el desbalance entre las labores desempeñadas y la recompensa que se obtiene no sólo en términos económicos y salariales, sino en el reconocimiento al papel y los resultados del trabajador.
También, dijo que la calidad laboral se afecta por la incertidumbre de mantener el puesto; los horarios cambiantes, el acoso laboral y los conflictos dentro de estos espacios.
En este sentido, comentó que las consecuencias en la vida laboral se ven reflejadas en el riesgo de contraer enfermedades crónicas, especialmente las que ocurren por el desgaste, tales como las psicosomáticas y trastornos metabólicos; hay presencia de dolor de cabeza o muscular, así como incapacidad para atender las actividades laborales y las domésticas.
Además, refirió que se generan problemas como el presentismo, el cual es una tendencia a permanecer en el lugar de trabajo, aunque la persona no esté en condiciones de salud para llevarlo a cabo y esto se observa más cuando hay inseguridad laboral y una insatisfacción familiar; aunado a esto, explicó, hay una mayor presencia de trastornos de ánimo, especialmente los que tienen que ver con ansiedad y depresión.
Sobre las consecuencias de la pandemia en el empleo en México, la Dra. Riveros Rosas mencionó que en al menos el 40% de la población, un integrante de la familia ha perdido el empleo; al 30% le parece muy probable que alguien en el hogar lo pierda, y el 61% de los hogares manifestaron un menor ingreso durante el mes de marzo, comparado con febrero, durante este año.
Expuso que la nueva normalidad en la Ciudad de México implica una reactivación en ciertas actividades de manera gradual en el trasporte, industria manufacturera, comercios, tianguis, mercados, hoteles, centros comerciales, entre otros espacios, con condiciones y funcionamiento diferentes. “Necesitamos habituarnos y aceptar que esto se va a mantener por un tiempo prolongado”.
La nueva normalidad, agregó, implica cambios importantes acerca de la forma en la que convivimos y trabajamos, así como todas las modificaciones que necesitamos realizar para protegernos en nuestro espacio de trabajo, el hogar y hacernos cargo de nuestro autocuidado.
Apuntó que cuando trasladamos el trabajo al hogar, se generan problemas con el uso de los recursos como el internet, teléfono y la atención hacia las y los integrantes de la familia. Además, se deben crear espacios compartidos y necesidades especiales como silencio, orden, lapsos sin interrupciones y se imponen nuevos horarios laborales.
Reconoció que los efectos psicológicos en las personas, después de la cuarentena, pueden ser que eviten a quienes estornuden o tosan, no presentarse al trabajo, evitar lugares cerrados o saturados, así como espacios públicos; además, postergación por meses de la actividades habituales, angustia económica y estigma hacia las personas trabajadoras de la salud, o aquellas afectadas y recuperadas por el COVID-19.
En términos generales, dijo que existe información poco clara, incompleta y catastrófica que genera desconfianza, temor y vigilancia persistente hacia nuestros síntomas médicos y de los que nos rodean.
Recomendó que, para tener una mejor calidad de vida en la nueva normalidad, se pueden probar cosas diferentes como nuevos hábitos o capacidades.
“Hay que hacer pequeños cambios, en la forma de levantarnos, la rutina de trabajo diario, las tareas del hogar, el cuidado de las niñas y los niños y la atención del rol laboral, de manera que nos permita mantener un bienestar en todas las cosas importantes de nuestra vida”, concluyó. (Boletín)