Adama Fay Velazquez Mosco. 20 años. Barrio de San Miguel.
Fue mi fe y la devoción con que se lo pedí a Dios lo que me permitieron llegar a representar el papel de la Virgen María. Es la primera vez que yo me paro y que tengo el privilegio de participar en la representación.
No pedí permiso a mis padres ni a nadie para entrar a la Representación, para empezar ellos no creían que me habían dado el papel ni me creían que yo me iba a ir a parar, pero fui en compañía de mis tíos y algunos de mis primos, que fueron los que me apoyaron en ese momento.
Fue algo así como un milagro, porque soy de las personas que no cree en la suerte, las cosas pasan en el momento preciso.
Estoy muy nerviosa, pero también me siento muy feliz por este regalo que Dios me ha dado. Me cuesta mucho trabajo interpretar a la Virgen María, no creo que haya muchas personas que puedan hacer un trabajo como ese, aparte yo nunca he sido madre, no puedo compararme con la madre de Dios, pero lo haga con mucha fe, con mucha devoción.
Mi familia me inspira para hacer la Representación. Veo un fuerte apoyo en ellos. Yo sé que si el señor de la Cuevita no hubiera hecho el milagro hace mucho tiempo, mi familia no estaría aquí, yo no estaría aquí ni mi pueblo seguiría aquí.
El reto que tengo en mi papel es al momento de llorar porque no me gusta que la gente me vea llorar. Y ahora que tengo este papel tengo que explayarme, tengo que aceptar que la gente me vea llorar. No sé como le voy a hacer, pero lo tengo que lograr.
los ensayos me ayudan mucho porque en cada sesión la gente le pone mucha pasión a sus personajes, hace su papel y lo empiezas a sentir más real con cada ensayo. Los diálogos no se me dificultan mucho, ya me los sé muy bien, mi personaje se la pasa más bien llorando todo el tiempo.
Mi vestuario lo diseño José Trinidad, él es el encargo de los vestuarios e hizo los míos. Voy a usar tres trajes: Uno blanco y uno color hueso, serán para el Domingo de Ramos. El otro es para el martes y uno gris, que es para luto que es el viernes.
Judas Iscariote
Es el segundo año consecutivo que realiza el papel y “espero sacarlos como Dios manda”.
Es una experiencia muy bonita, es uno de los principales papeles en la Representación, el apóstol traidor, es el más odiado por la gente, te deja muchas experiencias, independientemente de que sea el papel negativo, el papel del malo dentro de la representación.
La escena que más trabajo me cuesta representar es la del arrepentimiento. En esa parte hay unos diálogos que obligan a Judas a cambiar, entonces tienes que cambiar todo tu cuerpo, la expresión de la cara en unos cuántos segundos. Después de haber entregado al hijo de Dios te arrepientes, entonces eso me cuesta un poquito de trabajo, manejar los estados de ánimo.
¿Alguien te ayuda en tu entrenamiento de actor?
No, nadie. Siento que en la Representación de Iztapalapa cada quien lo hace según la forma de verlo y de sentirlo que tenga. Nadie me ha enseñado, a nadie he acudido. Si me han aconsejado los compañeros que han salido en este papel y me han sido de gran utilidad.
Creo que todos los papeles de la Representación la gente de Iztapalapa los hace como los siente, no hacemos una copia de los demás, pero lo hacemos como a nosotros nos gusta.
¿Has tenido algún problema fuera de la Representación por hacer el papel de Judas?
Gracias a Dios no. Todo lo que pasa es dentro de la Representación. Solo en los días de la Semana Santa algunas personas como que se compenetran más del drama y a veces si hay malos entendidos. Lejos de ahí no, todo está muy bien.
El reto en esta Semana Santa es representar el papel como se debe hacer, que la gente sienta lo que se está representando, poder transmitirle a la gente que estamos en la representación y porque se está haciendo. Mi más grande satisfacción es tener éxito no solo en esta, en todas las representaciones en que participemos.
¿Quién te caracteriza y quién hace tu vestuario?
El vestuario lo diseña Laura Saldívar, yo me encargo de hacerme ver como el malo de representación. Soy licenciado en Administración y trabajo por mi cuenta. A la Representación le dedico mínimo dos horas diarias, estoy trabajando en ella desde enero. me pongo a repasar el libreto, a mi caracterización, hago ejercicios de lenguaje corporal.