Las últimas escenas de la Representación en Iztapalapa tienen lugar ante la mirada de los soldados romanos, que no podían creer lo que sus ojos veían, Jesús resucitó, y con asombro y el miedo corrieron a dar aviso al gobernador Poncio Pilato del milagro sucedido.
Al mismo tiempo, María, madre de Jesús, acompañada de las santas mujeres, contemplaban con asombro y alegría la tumba vacía donde yacía el cuerpo de su amado hijo.
Más tarde, en el cenáculo, los apóstoles se sorprendieron con la llegada de María y las mujeres que le acompañaban para avisarles que Jesús había resucitado de entre los muertos.
Al fin, los apóstoles y las mujeres llegaron hasta el sepulcro, donde la presencia de Jesús llenaría sus corazones de felicidad, aunque fuera por solo unos instantes, ya que Jesús cumpliría con el último de los mandatos que estaban escritos en entorno a él: “Subirá al cielo y estará sentado a la derecha del Padre”