La evangelización cristiana permeó la estética de todo el territorio de Ixtapalapa con la construcción de diversas parroquias que diseñó el conquistador español con la mano de obra indígena. Los mexicas adaptaron su cosmovisión a los cambios impuestos a sangre y fuego, conservando como núcleo religioso su sentido agrícola con base en el cultivo del maíz, y la adoración de las cuevas en las montañas como recinto donde moran los Dioses, controladores del clima y por lo tanto proveedores de la lluvia necesaria para las milpas.
Para el siglo XIX, Ixtapalapa era el pueblo más oriental del Valle de México, dos importantes vías de comunicación fluviales caracterizaban la zona: los canales que partían de Chalco y Xochimilco que al cruzar el Camino Real de Ixtapalapa, hoy avenida Ermita Iztapalapa, se convertían en el canal de La Viga, actualmente calzada de La Viga, a través del cual se transportaban hortalizas, granos y una gran cantidad de viandas y otras mercancías hasta los muelles de los mercados de Jamaica, y La Merced. El canal finalizaba en la acequia que existía junto a Palacio Nacional.
En 1833 una epidemia de cólera morbus azotó varias zonas de la República. En el Valle de México se declaró en los 8 barrios que entonces integraban el pueblo de Ixtapalapa. Rápidamente la mortal enfermedad se propagó entre la población, que desesperada por los cadáveres que se apilaban en las calles, recurrieron a sus tradiciones más antiguas y enraizadas en el culto popular, para librarse de la diarrea que en menos de 3 días los mataba.
Fue así que los mayordomos de los 8 pueblos, acompañados de los vecinos que aún no habían caído enfermos, organizaron la primera procesión al Huizachtépetl, hoy Cerro de la Estrella, vestidos de blanco y portando una cera, al santuario del Santo Sepulcro para visitar al Señor de la Cuevita y les hiciera el milagro de curar a la comunidad de la epidemia que los estaba matando.
Paulatinamente las muertes fueron disminuyendo. Para 1843 los defunciones habían cedido, la comunidad había recuperado la salud y en agradecimiento al Señor de la Cuevita, los 8 pueblos iniciaron la tradición de realizar cada Semana Santa, una procesión y representación teatral de algunos pasajes de la Biblia para escenificar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo en el Huizachtépetl, transformado en Monte Calvario.
Para 1920 la población de la entonces municipalidad de Ixtapalapa era de 20 mil habitantes. El lago comenzaba a secarse y en su lecho comenzaron a surgir asentamientos humanos sin ningún servicio ni orden, pero la tradición de realizar cada Semana Santa la representación de la pasión de Cristo ya había echado raíces.
En la actualidad es el Comité Organizador de la Semana Santa en Iztapalapa A.C., Cossiac, el encargado de mantener viva una tradición que se encamina a su segunda centuria de vida inmersa en un proceso de cambio y transformación.
Los actuales responsables de mantener viva la tradición lograron un avance significativo en su tarea cuando en 2012, el Gobierno del entonces Distrito Federal declaró a la escenificación de la Pasión de Cristo de Iztapalapa como “Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México”, primer paso para cubrir los requisitos que la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, solicita para declarar a una manifestación cultural como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad.
Para la 174 Representación en 2017 intervendrán más de 4 mil actores, entre personajes con diálogo, extras y nazarenos; las autoridades pondrán en marcha un operativo en el que participarán 5 mil servidores públicos. Se espera la asistencia de 2 millones de espectadores provenientes de toda la República y el extranjero, que dejarán durante los tres días que dura la representación, una derrama económica de unos 25 millones de pesos en el comercio y hoteles de la zona.