Con el Nuevo Modelo de Movilidad, la Ciudad de México sumó siete nuevos programas estratégicos para reducir las muertes por hechos de tránsito, ampliar e interconectar los sistemas de transporte público y apostar por la movilidad sustentable.
Sin embargo, el espacio más democrático de la ciudad, nuestras banquetas, no sólo continúan
siendo un padecimiento; sino que son el reflejo de la forma en cómo los gobiernos siguen decidiendo el uso del dinero público.
Tan sólo entre enero y agosto de 2017, diez de las 16 delegaciones capitalinas y el gobierno de la
Ciudad de México invirtieron 201.9 millones de pesos en mantenimiento, reparación, ampliación y construcción de banquetas. Venustiano Carranza fue la que más aportó, con 48.2 millones de pesos, y Xochimilco, la que menos, con sólo 588 mil pesos.
Sin embargo, en términos porcentuales los montos se diluyen. La cifra total apenas representa el 0.8% del presupuesto anual de las delegaciones y del gobierno central. En estos términos, Venustiano Carranza aportó sólo 2.3% de sus recursos y el GCDMX el 0.01 por ciento.
En contraste, el presupuesto destinado para bacheo y pavimentación, triplica los montos señalados, lo que significa que en el último año, por cada peso invertido en banquetas, se
destinaron dos y hasta tres más para vialidades, infraestructura para los automóviles. A pesar de lo anterior, la revolución de la movilidad y los esfuerzos coordinados con la sociedad
civil organizada avanzan, aunque amenazados por los tiempos políticos, que no necesariamente
empatan con las necesidades de transporte, infraestructura y políticas públicas de la urbe.
Programas como la Visión Cero y el Desarrollo Orientado al Transporte (DOT) apuntalaron
estrategias que ya estaban en marcha. Metrobús sumó 45 kilómetros de nuevos carriles con la
puesta en operación de las líneas 5, 6 y 7; y crecerá 20 kilómetros más con la ampliación de la
Línea 5, de San Lázaro a la Glorieta de Vaqueritos, actualmente en construcción, son una muestra. Documentarlo era necesario para cambiar lo que todavía daña a la ciudad. Así surgió el libro Política de movilidad sustentable en la CDMX. Hacia un nuevo modelo, redactado por Laura Ballesteros, Dolores Franco y Jesús Padilla, tres actores que asumieron desde distintas fronteras la tarea de transformar la ciudad y cambiar el paradigma.
“Hay una visión clara de la ruta que se tiene que seguir y las experiencias que han sido exitosas
para la ciudad. Esta es la muestra de que sí funcionan. Ecobici, Calles Completas, Visión Cero, la Ley de Movilidad que da sustento. Esto es innovación”, destacó Jesús Padilla, presidente de la Coparmex Ciudad de México y pionero en la transformación del transporte concesionado.
En los últimos cinco años, los carriles para el uso exclusivo de la bicicleta crecieron 60.7 kilómetros, más que en cualquier administración anterior. Por primera vez se identificaron cruces peligrosos para los peatones y se mejoraron 200 intersecciones peligrosas, que se sumaron al rescate de más de tres mil metros de espacios peatonales.
La evolución y el desarrollo que la capital del país experimentó en la última década no podría
entenderse sin la consolidación jurídica de instrumentos como la Ley de Movilidad y los programas integrales de Movilidad y Seguridad Vial; siempre con la colaboración y empuje de la sociedad civil organizada.